En nuestra época, la tecnología avanza tan rápido que es difícil seguir la pista a los nuevos desarrollos o por lo menos a aquellos que se sitúan fuera de nuestro ámbito profesional o de la experiencia cotidiana.
Es por eso que para algunos pacientes, el escuchar que serán operados por un robot suele ser motivo de extrañeza y de duda, particularmente cuando se trata de un procedimiento tan sensible como la operación de próstata, también conocida como prostatectomía radical, que se lleva a cabo con el objetivo de eliminar el cáncer localizado en esta glándula.
Como hemos dicho, la intervención se realiza por medio de un sistema quirúrgico de alta precisión llamado robot Da Vinci y una de las primeras aclaraciones que los cirujanos hacen al respecto, es que se trata de un robot esclavo, llamado así porque es operado desde una consola por el mismo médico y no cuenta con autonomía. Es decir, que el especialista controla a cuatro metros de distancia todos los movimientos que se ejecutan a través del sistema.
El robot tiene tres componentes principales: un carro con cuatro brazos robóticos en los que se inserta una cámara de video; el instrumental quirúrgico y la consola desde la cual se practica la intervención.
Aunque es posible efectuar el mismo procedimiento por medio de cirugía abierta o cirugía laparoscópica, las ventajas de optar por este nuevo método son múltiples, de manera que si usted o algún familiar se encuentran en la posición de decidir a qué tipo de tratamiento someterse, le interesará conocer algunas de ellas:
• Cirugía más precisa y menos invasiva: el médico opera a distancia desde la comodidad de su asiento empleando una consola para controlar las acciones del robot. Esto reduce el margen de error humano.
Las cámaras empleadas durante el procedimiento ofrecen una visión tridimensional de alta precisión, que permite hacer cortes exactos y elimina los riesgos asociados al temblor de la mano.
• Sin heridas y con menor pérdida de sangre: la visión ampliada de la glándula y áreas circundantes evita que se hagan cortes imprecisos o se lastimen los vasos sanguíneos.
• Recuperación rápida, sin dolor ni cicatrices: el paciente no sufre durante ni después de la operación; los tiempos de hospitalización se reducen y el procedimiento no deja marcas. La función sexual se recupera pronto y se tienen más posibilidades de mantener la continencia urinaria.
• La tasa de complicaciones es significativamente menor.