Mucho se ha hablado de la memoria en los adultos mayores, en general se dice que a partir de los 65 años la memoria de corto plazo va disminuyendo, por lo que las personas a esta edad suelen ser despedidas de sus empleos, algunos con pensiones justas que les permiten seguir siendo independientes y otros que se ven obligados a trabajar con salarios mínimos para completar su ingreso diario.
Estudios recientes indican que el trabajo después de los 65 años, contrario a lo mencionado, puede resultar benéfico para el funcionamiento cognitivo del adulto mayor. Kandauda Wickrama y Catherine Walker, investigadoras de la Universidad de Georgia en Estados Unidos publicaron un interesante estudio donde analizaron la relación entre el trabajo y el funcionamiento de la memoria después de los 65 años.
Para dicho análisis se analizaron a 8.165 adultos mayores de 65 años en tres momentos temporales entre los años 2002 y 2006, periodo en el que recabaron información sobre su situación laboral: trabajo de tiempo completo, medio tiempo, jubilación, etc., el tipo de trabajo que efectuaban: manual, ejecutivo, etc., y variables como nivel educativo, escolaridad, edad. La memoria inmediata fue evaluada por medio de una prueba en la que les presentaban una lista de 10 palabras que tenían que aprender y posteriormente repetir en voz alta todas las que pudieran recordar inmediatamente tras acabar la presentación de las palabras. La memoria de corto plazo se evaluó pidiéndoles de nuevo, varios minutos después, que repitieran la misma lista de palabras que habían mencionado.
El resultado de este análisis demostró que la actividad laboran fue un buen predictor de la tasa de deterioro de la memoria inmediata. Aquellas personas que habían mantenido un trabajo de tiempo completo demostraron un menor declive en la memoria inmediata, incluso si se tomaban en cuenta otras variables como la edad.
Con este análisis se ha demostrado que los adultos mayores que se mantienen activos en su vida laboral mantienen un ejercicio intelectual que se ve reflejado en la memoria inmediata o de corto plazo. Conservar los hábitos de vida intelectual y social en la vida adulta no sólo ayuda a mejorar la condición cognitiva del adulto mayor, sino que le permite tener una mejor calidad de vida y preservar su salud por mucho más tiempo.