La idea de llegar a la vejez lleva a pensar en previsiones para el futuro: casi siempre en construir un patrimonio, ahorrar para el retiro o invertir en un seguro de gastos médicos. Todo esto es pertinente y sin embargo, un aspecto fundamental en el que pocas veces se piensa es la prevención.
Nadie está exento de padecer enfermedades en la tercera edad, pero el sentido de anticiparse a ellas está en entender cómo funciona el propio cuerpo y cuáles son sus propensiones; también cómo manejarlas y procurar un estado de salud que permita disfrutar del tiempo libre y el merecido descanso que debe traer consigo la vejez.
Una buena manera de planificar este bienestar es realizarse cada cierto tiempo los análisis clínicos indicados para el grupo de edad al que uno pertenece y aquellos que están relacionados con padecimientos que constan como antecedentes en la historia familiar.
Ejemplo de ello es el estudio de colonoscopia, un procedimiento que permite observar las condiciones de colon y recto, y que se lleva a cabo con el objetivo de prevenir y detectar tempranamente enfermedades como el cáncer.
Mediante una endoscopia (estudio clínico que se realiza con un instrumento delgado, por el que se introduce una cámara o lente en el órgano o la zona del cuerpo que se sospecha afectada) es posible encontrar anomalías como úlceras, crecimiento atípico e inflamaciones de los tejidos.
La colonoscopia está considerada dentro de los análisis de rutina que cualquiera debe hacerse a partir de los cincuenta años. No obstante, lo que motiva a los pacientes a solicitar por primera vez este estudio suelen ser síntomas como un cambio notable en el funcionamiento del intestino, frecuentes dolores de estómago, pérdida de peso sin explicación o presencia de sangre en las evacuaciones.
Existan o no motivos evidentes para preocuparse, es necesario tener en cuenta que algunas de las enfermedades del tracto gastrointestinal son asintomáticas, por lo que una valoración médica en este sentido es recomendable, especialmente para quienes han padecido inflamación intestinal o cuentan con antecedentes familiares de cáncer de colon.
Durante este procedimiento, el gastroenterólogo puede retirar los excedentes de tejido que crecen en el colon, también llamados “pólipos”, que, si bien no se consideran síntoma de enfermedad, deben ser extraídos a fin de evitar que alguna parte de este tejido, susceptible a ser cancerosa, se quede en el organismo y afecte la calidad de vida de los que debieran contarse entre los mejores años.