Sucede que es Navidad, día de las madres o cumpleaños de una persona mayor a la que queremos mucho, pero no nos atreveríamos a decir que la conocemos lo suficiente como para acertar en sus gustos y, consecuentemente, en el regalo que habremos de ofrecerle.
Pese a que esta situación es más común de lo que podríamos imaginar, un poco de culpa y otro poco de vergüenza nos embarga al reconocer nuestra perplejidad. Sin embargo, el desconocimiento de las aficiones y preferencias del adulto mayor a quien se quiere halagar no tiene por qué resultar en desgracia.
La clave está en practicar la empatía para comprender, aunque sea por referencia o intuición, las necesidades de las personas en esta etapa de vida y en tener presente que brindar protección y seguridad será siempre una mejor forma de expresar el afecto, que ofrecer regalos llamativos o quemar fuegos artificiales, para resumir la cuestión valiéndonos de la metáfora.
De ahí que la forma más efectiva de consentir a un adulto mayor sea velar por su bienestar, y ello implica, primero, prestar atención a su rutina y necesidades, y en segundo lugar, estar informado sobre las adecuaciones domésticas o artículos que mejoran su calidad de vida en relación con su estado de salud.
Por ejemplo, sabiendo que en las personas de edad avanzada la regulación de la temperatura corporal cambia y que la caída de ésta puede tener consecuencias desastrosas como la hipotermia, en invierno es buena idea vigilar que su casa mantenga una temperatura adecuada y que ellos cuenten con prendas abrigadoras, tanto si hablamos del armario como de la ropa de cama.
Un dato tan elemental puede dar de inmediato la pista para concluir que regalar un cobertor o colchas de buena calidad para disponerlos sobre el sillón o vestir las camas es una excelente opción para ofrecer un regalo útil y demostrar tu estima y gratitud de forma práctica, que, en el fondo, es la manera en que los sentimientos deberían ser profesados a cualquier edad.
Sin ser un día especial, también puedes encargarte de hacer la lavandería de la ropa de cama, vigilar que ésta se cambie con la frecuencia necesaria o instalar un aparato calefactor; puedes acompañar a tu ser querido a sus consultas médicas de rutina o, en su defecto, recogerlo a la salida, prepararle una comida caliente u ofrecer tu ayuda para hacer las compras